Espero críticas y elogios, ceños fruncidos y sonrisas cómplices, lágrimas de emoción y carcajadas ilusas. Si logra este espacio personal alguna de esas sensaciones me daré por satisfecha........

martes, 10 de noviembre de 2009

HASTA EL FINAL

HASTA EL FINAL

Mariana se miraba al espejo como cada mañana. Las ojeras eran producto de
una noche de insomnio como cualquier otra, y el ritual de intentar cubrirlas se
repetía. Las ideas que circundaban su mente eran las que a cada rato galopaban
desde que fue capaz de retener momentos en su memoria. Pero esta vez, la
velocidad, y la claridad con que aquellos pensamientos atizaron, fueron el motor
que incitó a Mariana a llevar a cabo su plan.
Como cada día desde hacía cinco años, se duchó, desayunó frugalmente y salió
hacia la editorial; sin que esos pensamientos abandonaran su mente.
Vivía en el décimo piso. A la hora en que tomaba el ascensor parecía que cada
uno de sus vecinos también querían tomarlo. La espera nunca era menor a cuatro
o cinco minutos; lo cual la impacientaba terriblemente. Al fin cuando paró, se subió.
Aprovechó el espejo del ascensor para arreglarse el pelo y terminar de retocarse el maquillaje. su aburrida timidez>
Le pareció que bajaba más lento que de costumbre. O sus deseos ya habían llegado y ella aún no.
Ya en planta baja había reparado en varios detalles del hall que no reconocía, y aunque no
comprendía lo que estaba pasando, prosiguió a paso apurado hacia la puerta.
- Disculpe, ¡buen día! Mi nombre es Felipe- le dijo el portero- Usted ¿es nueva en el edificio?
Mariana seguía sin comprender lo que pasaba < qué dice este hombre si fue gracias a mi que obtuvo su puesto en este edificio. No puede ser que no me reconozca>
Salió a la calle bajo la mirada asombrada del hombre que subiendo el tono le preguntó:
- ¿Se siente bien señorita, quiere que le llame un médico?

Pero Mariana ya estaba en la acera, mirando hacia los lados <ésta calle jamás la vi en mi vida. ¿Qué es esto? Acaso ¿estoy soñando? No, no puede ser tan real. No...> Dobló la esquina buscando pistas que la guiaran hacia la editorial.
Caminó, caminó y caminó... No recordaba tener que recorrer tantas cuadras para
llegar a la parada de ómnibus; pero siguió. < Quizá el café de anoche no me sentó bien> se repetía< Fueron varias tazas...pero el cuento debía terminarlo. Ya no podía posponer más el final, hoy Gustavo y Luis se reunían con Olazábal>
Llegó a la editorial sin proponérselo. Algo la había guiado. Nunca supo que fue. Pero ahí estaba.
- Srta. ¿Qué necesita?- le preguntó la recepcionista.
- Las bromas dejáselas a los de impresión. ¿No hay mensajes para mí?
- Disculpe, yo a usted no la conozco. No estoy bromeando. ¿Qué necesita?
- ¡Paola! ¿Te sentís bien? ¿Se pusieron todos de acuerdo para enloquecerme en el día de hoy?
- Mire señorita, no sé cómo sabe mi nombre y si no me dice ¿qué es lo que quiere? voy a tener que invitarla a retirarse. No me haga llamar a seguridad.
- Mirá, la única que puede llamar a seguridad acá soy yo. Acaso ¿te volviste loca? Ya para broma fue demasiado.
Subió a su oficina a pasos firmes y nerviosos dejando a su interlocutora sorprendida y sin habla.
A su alrededor seguía viendo sin reconocer. Desde el mobiliario hasta la decoración de las paredes. Todo era distinto. No lo recordaba. Y siguió caminando cada vez más sorprendida queriendo por fin encontrar a alguien que le explicara.
Entró a su oficina. Ahí todo estaba igual a lo que recordaba, todo como lo había dejado ayer. Se dejó caer en el sofá, tiró la carpeta con su trabajo sobre el escritorio y cerró los ojos. Esperaba despertar en su cama sobresaltada por el sueño loco en el que acababa de entrar.
Una voz conocida y muy sensual se acercaba a ella. Abrió sus ojos. Aún estaba en la oficina y el que se acercaba con pasos ligeros era Luis, y no venía solo. Asustada se escondió en el baño.
Luis y Gustavo entraron sin llamar. Al parecer discutían sobre el cuento que ella había terminado para hoy. Y también hablaban sobre el suicidio de una compañera a la que parecían apreciar. Con su oreja pegada a la puerta Mariana estaba desconcertada.
<¿De quién hablan? Aquí la única escritora soy yo. ¿Qué está pasando? ¿Quién soy?> se preguntaba mirándose al espejo al borde de las lágrimas. Hasta que escuchó a Luis: - Mirá acá, en el escritorio. Esa carpeta es de Mariana. ¿Será el final del cuento?
- ¿Qué decís? Mariana está muerta. Acabamos de venir de su entierro. Sé que fue
repentino pero en su apartamento encontraron el bosquejo sin terminar.
- Si, ya sé...la extraño, la extraño demasiado- contestó Luis apretando contra su pecho la carpeta y cayéndose de rodillas al suelo. - Nunca pensé que llegara a éste extremo. La culpa fue nuestra, la presionamos demasiado. Era una escritora brillante.
Mariana tras la puerta no podía creer lo que oía...Se miró al espejo. Se volvió a mirar. Palpó cada centímetro de su cuerpo < Estoy viva. ¿De qué hablan?>
- Levantáte Luis. ¡Vamos hombre, arriba! Tenemos que aprontar todo para la reunión con Olazábal. Hay que buscar un buen final rápido. Entre los dos podremos. ¡Vamos!- levantando de un brazo a su amigo destrozado.
Luis se sentó, se secó las lágrimas y abrió la carpeta. Leyó lo que había dentro y con una triste sonrisa miró a Gustavo.
- ¿Qué pasa?- le dijo éste.
- Antes de suicidarse escribió el maldito final. ¡Léelo con tus propios ojos!- entregándole la carpeta con rabia.
Gustavo lo leyó en voz alta: " De todas formas supo que solo era un cuento y era cuestión de elegir el final entre los tantos conocidos. Pero prefirió seguir escribiendo día y noche para evitar el momento en el que todos los cuentos terminan."
BILU

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