Espero críticas y elogios, ceños fruncidos y sonrisas cómplices, lágrimas de emoción y carcajadas ilusas. Si logra este espacio personal alguna de esas sensaciones me daré por satisfecha........

domingo, 7 de noviembre de 2010

¿CUANDO SE LLEGA AL LIMITE?

-¿Te acordás de Anselmo, supiste algo de él?
-No, después de la internación no lo volví a ver.
-Pensar que había conseguido lo que buscaba desde que la madre de su hija había muerto.
-Si, se había casado con Elena. Era la mejor amiga de su hija, aunque no sé de dónde la conocía. Vos que vivías en el apartamento de al lado ¿cómo conoció a una mujer de un estrato social tan alejado del nuestro, y del de su familia?
- Lo más raro fue ese flechazo inmediato, y siendo bastante más joven que él resultó extraño. Fue en esa fiesta de gala dónde lo habían invitado por intermedio de un embajador al que le pintó su retrato. ¿Te acordás qué bien pintaba?
-Ah! Ahora me acuerdo… Vos también fuiste. Me acuerdo que te pusieron a prueba con una profesora especializada para aprender modales durante un mes. En ese tiempo yo no me frecuentaba tanto con ustedes. Mi papá no me dejaba juntar con su hija, nunca le cayó bien Anselmo. Siempre me decía: < pobre chiquilina con un padre bohemio y huérfana de madre, no puede terminar bien> Por eso no conocí muy bien los cuadros de Anselmo.
-Pintaba de maravilla pero después que el padre de Elena lo denunciara se había encerrado en el desván y sólo salía para ir al baño, hasta la comida se la tenían que llevar porque sino ni se acordaba de comer.
-¿Había sido verdad lo que contaban en el barrio, entonces?
- Si estaba como una cabra. A mí me lo contó Rogelio, el único que lo visitaba porque quería aprender pintura.
-Rogelio ¿pinta también?
-Bueno, no. Desde que se aterrorizó cuando Anselmo le contó todo, no quiso volver a verlo y a la pintura tampoco.
-¿Él fue el que testificó para internarlo entonces?
-Si. Yo lo lamenté por mi amiga. Me acuerdo su rostro encantado cuando entró a la fiesta donde él conoció a Elena.
-Nunca me contaste detalles. ¿Tanto era el brillo de la alta sociedad?
-El lugar era de ensueño. A medida que caía la noche las farolas se iban encendiendo con un ritmo preestablecido que acompañaba el paso de los carruajes que yo creía ya en desuso hacía siglos.
Nos esperaba una escalera de mármol en forma de corazón donde una alfombra roja vestía ese músculo como las arterias visten el corazón humano. Todos se sentían imprescindibles, sangre que corría hacia el centro de la humanidad del lugar. Las arañas vestidas de cristal lucían majestuosas en el centro del salón principal. Las paredes mostraban el arte, orgullosas; parecían sonreír satisfechas a cada mirada halagadora, a cada suspiro llevado por el suave movimiento de abanicos en las manos de elegantes damas de la sociedad.
-¡Qué descripción amiga! Se parece a un cuento de hadas.
-Lo que vino después más que de hadas fue un cuento de terror.
-¡Qué lástima! Todavía recuerdo los detalles que se comentaban en el barrio, la verdad que fue horrible… Yo nunca lo creí del todo.
-Creéme fue lo que escuchaste y más.
-Contáme, me muero de la curiosidad. Siempre me lo imaginé enigmático, hasta seductor por eso nunca creí del todo los comentarios.
-Vení, en mi cuarto guardo una copia de la grabación con la que Rogelio pudo probar su culpabilidad y su locura. En la editorial donde trabajaba, con una noticia así, seguro lo ascendían. En ese momento esperábamos nuestro primer bebé y yo había perdido mi trabajo. No te olvides que Anselmo era un pintor reconocido y máxime siendo el yerno del embajador de Inglaterra. Con lo que vas a escuchar no te van a quedar dudas de su locura.

Se sentaron cómodamente sobre la cama y se limitaron a escuchar:

-Eso es todo. Rogelio salió corriendo horrorizado directamente a la seccional; después ya sabés como terminó.
-¡¡Pobre Anselmo!!
- ¡Qué decís! El hombre estaba totalmente desquiciado. ¡Pobre de Elena!
-Esa no sé, ¿segura que no se lo buscó?
-No; ¿estás loca? Esa aberración no tiene justificación alguna…

Hubo un silencio incómodo y a la vez compartido. Al cabo de unos minutos la anfitriona toma el bolso de su amiga, se lo ofrece y la invita a retirarse diciéndole:
- Creo que no estás pensando claramente. Dale, te acompaño a la puerta y aprovecho a dar un paseíto con Sultán antes que Rogelio llegue de trabajar.


BILU

1 comentario:

  1. Hola Humberto! Muchas gracias!
    Entraré al tuyo entonces, después te comento lo que me pareció....Saludos! Adriana

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